lunes, 4 de abril de 2016

Corrupción, impunidad televisada

Estamos asistiendo a algo insólito. Algo que jamás en la historia de la humanidad, de las sociedades modernas tal y como las conocemos, se ha dado nunca hasta ahora. Uno puede llegar a imaginarse revoluciones sociales enmarcadas en otra época, con la población ajena a lo que se cocia en las altas esferas, alejadas de la información, pero sufriendo gravemente los desmanes en forma de abuso de poder, apropiación indebida, tráfico de influencias de los que gobernaban. Uno puede llegar a imaginar y meterse en el pellejo gracias a los episodios nacionales de Galdós, por ejemplo, a la sociedad madrileña y española de la época, que fue ocupada por el ejército de Napoleón muy ladinamente, y que se movia gracias a los rumores de las calles en su día a día y a la parca información de algunas gacetillas. Pero lo que estamos viviendo a día de hoy es insólito, como decía al principio. Estamos asistiendo en tiempo real, en directo, vía televisión, cómo existen una serie de personas que son inmunes a los tribunales y a ciertas comisiones de "investigación" que organizan los mismos partidos políticos que los amparan, pero que luego hipócritamente siempre están a favor de todo lo bueno y en contra de todo lo malo, en general. Encender la televisión es poner a prueba a día de hoy la dignidad y la decencia y la vergüenza torera de un pueblo, de cualquier individuo que asiste boquiabierto al indignante circo que están montando en el parlamento andaluz esos políticos que escogen el mejor repertorio de actores tragicomicos para sustituir con palabras y postureo lo que no son capaces de hacer con hechos. Lo último ha sido el alcalde de Punta Umbría - en la foto - que se acogia con esa sonrisa y ante las cámaras a su derecho a no declarar ante las preguntas de los partidos políticos, excepto el PDOE que se abstuvo a la hora de hacer preguntas.
- Vengo a comparecer, pero no pienso abrir la boca.
- Tú tranqui que tu partido te apoya, aunque ante las cámaras demuestre cierta ambigüedad, cierto postureo. Pero tranqui que no te va a dejar solo, estas arropado.
- Me acojo a mi derecho a no declarar. Adiós muy buenas, chavales.
- Al final todo bien, no? - Claro..., na. - Ya nos vemos otro día donde siempre, fulano. - Eso está hecho, recuerdos a la familia. - De tu parte.

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