sábado, 27 de febrero de 2016

Mubutu, Muhammad Ali y los derechos de la gente

Mubutu llega al poder en la República del Congo en 1965, justo un año después de que entrara en vigor en los EEUU la ley de Derechos Civiles, y dos o tres años después desde que James Meredith asistiera a la universidad de Missisipi entre grandes disturbios y que obligó a la administración Kennedy al envío de tropas federales para asegurar, imponer o garantizar que se cumpliera la ley. Fueron años muy tensos en los EEUU, llenos de luchas, odios, miedos y muertes, como la del mismo Luther King. La sociedad se encontraba muy dividida y polarizada. A esto también se le unió el asunto de la guerra de Vietnam y la guerra fría con los soviéticos. Mirándolo con la perspectiva que da el tiempo podría decirse coloquialmente que aquel gobierno estaba desbordado por los acontecimientos. En la película Forrest Gump aparece de pasada uno de estos episodios cuando en la universidad de Alabama - donde el genial Tom Hanks jugaba al fútbol americano - el gobernador George Wallace bloqueó la puerta de entrada para impedir el acceso a Vivian Malone y James Hood, hasta que requerido por las fuerzas federales no tuvo más remedio que acceder. Mientras en la película se oye la voz en off  del gobernador hablando de "...un militarismo dictatorial...", Forrest se salta el cordón policial para acercarle a Vivian Malone el cuadernillo que se le había caído al suelo. No sería nada aventurado exponer aquí que la inmensa mayoría de los habitantes de raza negra aborrecían la sociedad racista que les había tocado en suerte y a la clase política, porque si el gobierno central mandó tropas federales al sur para garantizar sus derechos, lo cierta era que en el norte no vivían mucho mejor, recluidos la mayoría de las veces en guetos y como único medio de subsistencia cualquier trabajo precario. Hoy día, para algunos con ideas políticas renovadoras y revolucionarias estos episodios bastan para resumir la historia de los estados unidos y su desaforado, despiadado e incontrolado capitalismo que se lleva por delante al primero que pilla. Y cualquier noticia que llegue de allí sobre condenas injustas o abusos policiales sólo hace ratificarles en su verdad suprema. Por supuesto, fieles con el tipo de cultura e historia que practican de cortar y pegar no hacen referencia alguna sobre el destino y vida de los obreros y trabajadores en esos países mandados teóricamente por el proletariado.
Como iba diciendo al principio, Mubutu llegó al poder en el Congo en 1965. Lo hizo tras un golpe de estado y estaría mandando en el país hasta 1997. Como buen dictador que era manejaba el cinismo y el enredo como el mejor y durante un tiempo pareció que hablaba por boca de todos los negros del mundo. Nacionalizó propiedades extranjeras y privadas y con el tiempo expulsó del país a los inversores extranjeros. Todo era para el pueblo que tanto había sufrido en manos de la avaricia colonial y occidental que había llevado a su país a pasar necesidad y siempre había tratado a los negros como esclavos y gente despreciable. En medio de todo esto organizó para la guinda de su propia tarta el combate de boxeo entre Muhammad Ali y Foreman en 1974. Por todos conocido, Alí se enfrentó muy honradamente al gobierno de los estados unidos por lo que él creía, exponiéndose a la toma de sus propias decisiones, sin involucrar ni meter en líos a nadie más: se negó ir a Vietnam y le quitaron los títulos y la licencia para boxear. Involucrado en el movimiento por los derechos civiles fue seguidor de Malcom X y renegó de su anterior nombre porque él mismo decía que perteneció a sus antepasados esclavos. Mubutu le caía bien y valoraba mucho que hubiera sido el encargado de organizar el combate. Y Alí fue recibido en el Congo desde el principio como un auténtico héroe nacional que encarnaba los valores del deportista y que era contestatario hasta sus consecuencias con los poderes que oprimían a la gente de raza negra. Hay una escena en la película Alí, protagonizada por Will Smith, en la que su mujer le recrimina en la habitación de un hotel que no se hubiera llevado al Congo su propio comida. Su marido le contesta que no hacía falta llevarse comida, que la que había allí estaba buena, que Mubutu se la comía . "Mubutu cuida de Mubutu" . Le responde su mujer en un tono que deja entrever que sus sentidos no estaban tan obstruidos como los del boxeador.
Desde que Mubutu comenzó su lucha se fue enriqueciendo cada vez más a la vez que el país se empobrecía cada vez más también.. Se mandó construir un palacio y al lado un pequeño aeropuerto. Compró propiedades y tierras en Bélgica. Y llevaba una vida a todo tren, repleta de lujos, fruto de chuparle la sangre a los mismos que decía defender y por los que luchaba. Todos los que dicen luchar por la gente terminan enriqueciéndose y ocupando lugares de poder. Palabrería, demagogia y personalidades que se ponen del lado de las ideas aunque no vivan bajo sus dominios.

miércoles, 24 de febrero de 2016

23 - F

Tal día como el de ayer de hace treinta y cinco años irrumpieron las pistolas en el parlamento. De repente fue sustituida la voz del pueblo, de la gente,  por las ráfagas de ametralladoras y disparos intimidatorios al aire. Cada vez que veo las imágenes por la televisión no se me ocurre nada que lo supere en grado de obscenidad: el órgano que representa el diálogo, la variedad de voces, ideas y pareceres, secuestrado de un plumazo por la imposición de la fuerza de las armas. Durante muchas horas el país estuvo secuestrado, en vilo. Todo el mundo pegado a los transistores y comentando, helados de miedo. Sin conocer qué pasaría. Si de repente España volvería de nuevo a una dictadura militar. Si de repente todos los derechos fundamentales de las personas se verían otra vez reducidos a la nada y serían silenciadas y reprimidas las voces discordantes. Muchas personas pegadas a la política optaron por pirarse a Portugal o a Francia, temiendo que una bota militar pateara la puerta de sus viviendas y se los llevaran detenidos porque sí. Nadie sabía lo que iba a pasar, y podía pasar cualquier cosa. La gente normal, de la calle, la que trabajaba para sacar una familia adelante y ser feliz, la que no tenía dónde cobijarse más allá de su entorno y sus amigos, recuerda exactamente dónde estaban y qué estaban haciendo, y no es para menos desde luego. Recuerdo el testimonio de una persona que no se había puesto mala en su vida, pero que aquel mismo día entró en una farmacia aquejada de un espantoso dolor de muelas. Al dar los buenos días a una concurrida clientela, todos le chistaron al unísono. Todos los allí presentes estaban apretujados alrededor de un transistor - boticario incluido - del que salía una voz distorsionada.
- Que han dado un golpe de estado. - Le aclaró en voz baja un hombre de su misma edad, dirigiéndose a él con cara de espanto.
Inmediatamente una llamada telefónica a casa desde una cabina.
- Cuando pueda iré para casa, no te preocupes que estoy bien. Aunque por la calle no se ve nada raro de momento, tú no vayas a salir....

No suelo ver mucho la televisión, pero me dio la sensación que el día de ayer no sirvió para recordar como es debido aquellos acontecimientos que por poco dieron al traste con nuestro sistema imperfecto de libertades. El telediario de las tres lo vi algo empezado, pero de ahí hasta el final el tiempo lo llenaron con las noticias típicas de un día ordinario. El periódico generalista que vi tenía sólo una ligera reseña en una de las esquinas de la portada. No sé si en las escuelas se dará el asunto como es debido, tanto el golpe de estado como los episodios de la transición y todas las personas que la hicieron posible, incluyendo párrocos anónimos, personalidades del clero y militares reformistas. Pero tengo la sensación de que un tema histórico tan importante se va diluyendo progresivamente en el tiempo con la complicidad de las instituciones que deberían velar para que eso no sucediera. Y que todo se limita al empuje de algún artículo, documental esporádico en la televisión y comentarios sin importancia a través de twitter o de cualquier otro medio. Creo, sencillamente, que se le da el mismo trato que a otros temas relacionados con la cultura y la historia.
Se corre el peligro que gracias a la ignorancia y al olvido lleguen algunos liantes profesionales y rellenen esos huecos a su antojo para que germine la estupidez suprema, que también está pasando. Que intenten utilizar la ignorancia de su público potencial para dar por bueno el primer cuento chino que se les pase por la cabeza. Y que, en el caso de la intentona golpista, intenten utilizar la falta de testimonios de esas personas clave que estuvieron en la primera línea de los acontecimientos para amoldar la historia a sus intereses e idiologías renovadoras. Que sustituyan esa falta de testimonios por insinuaciones, tergiversaciones o inventos, utilizando la historia como otro medio más para alcanzar sus fines y demostrando cuáles son sus intenciones para con la cultura, y demostrando de paso qué entienden por objetividad histórica. A día de hoy sigue sin conocerse nada más sobre el golpe de estado del 23- F.

lunes, 22 de febrero de 2016

Las patatas fritas

Coger las patatas del saco. Coger un plato y llenar con agua una fuente pequeña o un cacharro de plástico. Raspar las patatas para quitarle la tierra en el caso de que tuvieran. Ir echando la piel en el plato para no ensuciar nada y los trozos ya pelados y cortados en el cacharro con agua. Dejarlas en remojo. Enchufar la freidora. Esperar a que el aceite esté caliente. Antes de echarlas a freír es conveniente pasarlas otro poquito bajo el grifo. Cuando estén ya fritas sacarlas del aceite. No olvidarse de la sal.
Todo este procedimiento no puede ser más sencillo. Puede que sea junto con el arte de freír un huevo la receta más simple que se puede hacer entre cuatro fogones. Sin embargo, existe algo que marca la diferencia en todo el proceso que se escapa a cualquier explicación o apunte: por qué unas manos son capaces de hacer que las patatas salgan crujientes, livianas, casi como si estuvieran huecas, que al comerlas prácticamente se deshagan en la boca y que hagan las delicias de mayores y sobre todo de los más pequeños, y por qué el otro par de manos siempre hace las patatas más pochas, sosas, alejadas desde luego de ese sabor irresistible que hace que no quede ninguna patata en la fuente. Por mucho que se mire, por mucho que se esfuerce o se tome en consideración cualquier detalle a modificar que hace sonreír a las manos más experimentadas, resulta imposible si quiera igualar el resultado. El enigmático misterio de las patatas fritas sigue sin tener explicación y se resiste a cualquier análisis objetivo. Da igual que se extienda en el plato un papel absorbente para que suelten  el agua antes de echarlas en la freidora. Da igual que se le eche la sal antes o después. Todo resulta infructuoso. Salen como salen.
- Ya está, y no tiene más. - Es la sentencia tras las mismas preguntas sin respuesta. Es la voz experimentada echando las papas en la freidora con una medio sonrisa ante la mirada enigmática del que pretende emularla sin conseguirlo. Sólo queda esperar una vez más. El frustrado se queda un buen rato observando cómo bulle el aceite. Al instante también asoma una sonrisa en su cara. Todo esto le resulta absurdo. No tiene sentido. Tiene la intuición de que a veces todo se trata de afinidades, energías y cosas de ese tipo. Que esas manos experimentadas llevan friendo papas con la misma pausa de siempre a los mismos de siempre: los que la esperan a ella en la mesa con una sonrisa. Que tras toda la vida cocinando es como si entendiera los alimentos y lo que hace falta para cocinarlos, sin más. Que sencillamente lo que él busca no se encuentra en ningún recetario ni consejo, sino en las cosas de la vida.
Efectivamente. Al sacar las papas tienen el mismo aspecto de siempre. Al frustrado se le pasó por la cabeza agarrar el escurridor de la freidora y sacarlas él mismo, pero no se atrevió. Por un instante tuvo la ocurrencia absurda de pensar que si lo hacía, si se atrevía a tocar si quiera el escurridor, las papas saldrían pochas y sosas, como siempre le salían a él. Así que prefirió no hacerlo y esperó con cierta expectación antes de ver el dorado tan saludable y apetecible que presentaban las patatas, una vez más, desde siempre. En la mesa esperaban los mismo de siempre, desde siempre, con una sonrisa.

viernes, 19 de febrero de 2016

Tiempos de vaho

Lo bueno dura poco. Lo bello es efímero y delicado, al menos eso dicen y escriben algunos. No me gustan mucho las cursilerías. La verdad es que de repente ha llegado el frío, el invierno de verdad. Con ese aire gélido que hiela todo lo que toca y empaña los cristales sin preguntar. Ha llegado y ha arrasado todo lo que ha pillado de por medio. Y ya no digamos esa belleza delicada de la planta. Las cosas cambian, quizás no tanto como para alterar el verdadero orden natural de las cosas, de la naturaleza. Quizás no tanto como para alterar la verdad inamovible de que todo lo que nace tiene que morir. Que las estaciones se continuarán repitiendo cíclicamente y nos tendrá como protagonistas transitorios. Que llega el frío reposado, de restregones en las manos, mantas en la cama y vahos mañaneros. Y que llega con sus apetecibles calditos de puchero, verduras y frutas ricas en vitamina C. Empeñarse en vivir en otro tiempo es absurdo además de contranatural. Toca lo que toca porque todo tiene su tiempo y su derecho a vivir y a marchitarse. Y nosotros con ellos. Y si es con buena compañía y al calor de la estufita mucho mejor.

viernes, 12 de febrero de 2016

La flor de Pascua

Ahí estaba la maceta tras haber transcurrido un par de meses desde que se la regalaron, allá por la víspera de navidad. Durante todo este tiempo había permanecido en el balcón, con sus días y sus noches. Días y noches de invierno. Pero la planta parecía que ni se había enterado del asunto. Días de paraguas y bufandas, aunque ahora que lo pensaba, mientras observaba las hojas con satisfacción, la mayoría de los días había llevado la bufanda sin enroscar en el cuello al salir a hacer la compra, y por las noches se tapaba con lo justo. Tenía que hacer memoria para recordar el último invierno que puso dos mantas en la cama. Había amanecido un día de estos tontos en lo meteorológico, con ráfagas de viento, nublado y algo de llovizna, pero más viento y ruido de persianas en los balcones que otra cosa. Estábamos a mediados de febrero y todavía resaltaba el precioso color rojizo de sus hojas.
- Qué bonita está la maseta, niña!!. - Se encontró con su vecina y amiga de toda la vida en el salón.
-Has visto?!. Chiquilla, he bajao la persiana un poquito que fíjate que día se ha puesto....
Estando en el balcón había oído el timbre de la puerta y que su hija hablaba con alguien mientras le hacía pasar. Supuso que sería su amiga. En ocasiones, algunas tardes, solían hacerse visitas mutuas y se contaban sus cosas mientras tomaban a lo mejor un poquito de café. Se contaban sus preocupaciones, inquietudes, las cosas que le pasaban a sus hijos, comentaban a lo mejor cualquier programa de televisión, alguna novela que siguieran, en fin, que sencillamente pasaban el tiempo juntas. Las dos permanecieron de pie, inmóviles y mudas durante un ratito mientras observaban cómo el viento sacudía ligeramente las hojas rojizas. La flor de Pascua, la que no soportaba el frío, los vientos, la falta de luz o el exceso de agua estaba viendo pasar el invierno desde el balcón sin inmutarse. La vecina la miraba con cierta envidia y pensaba en lo bien que le vendría a su balcón. Y es que a la mujer le gustaban mucho las macetas. Siempre andaba trajinando con tiestos, colocándolas aquí y allí, regándolas, trasplantándolas. Tenía convertido el balcón en su particular laboratorio de plantas.
- Pero te está durando mucho, no?!.
- Sí, fíjate. Casi siempre las he tenío en el salón, aquí dentro, pero ésa la saqué y fíjate...nunca me habían durao tanto.
Que en estos años los inviernos ya no eran tan inviernos era tan llamativo como el aspecto que presentaba las hojas de la planta. Era como si  estuviera lanzando un mensaje de alerta preciosista que nos indicara claramente que era el clima y no otra cosa el que permitía que todavía luciera tan lozana en el balcón.
Las dos vecinas y amigas se sumergieron en otra tarde agradable de confidencias mientras los nubarrones se cernían sobre la ciudad.


sábado, 6 de febrero de 2016

Buscando algo

Cuenta la mujer que desde que hicieron la película sobre dragones, princesas y mazmorras las visitas se multiplicaron. Que era incesante el continuo chorreo de visitantes que entraba en aquella modesta iglesia de pueblo. Que los veía entrar con gestos de asombro, atónitos, con la boca abierta, escudriñando al milímetro cada detalle insignificante de la piedra, del suelo o de cualquier otra cosa. Que los que entraban allí apenas hablaban entre ellos o si lo hacían era de forma muy discreta y al oído, como no queriendo adulterar el momento de solemnidad que significaba para ellos entrar en un lugar tan histórico. Y que siempre le hacían las mismas preguntas sobre el lugar basándose en la película y en el best-seller que traían bajo el brazo. Y que ella siempre respondía con una sonrisa, encogiéndose de hombros o diciendo que eso verdaderamente nunca pasó allí y que hasta donde ella sabía aquel lugar nunca había tenido relación con nada de lo que sale en la película. A lo que se tenía que enfrentar con sonrisitas y miradas de suspicacia, como si ella fuera parte de esa confabulación a nivel mundial para ocultar la verdad verdadera, la buena del todo, al resto de la humanidad. Pero que esa inclinación a la suspicacia y al casi desprecio, en algunas ocasiones se volvía sublime cuando bajaban a la cripta con los ejemplares pegados al pecho, con las expresiones demudadas por la emoción y se encontraban con algo totalmente opuesto a lo que habían leído en el best-seller o visto en la película. Que dónde estaba el altar, que en qué lugar estaba el botón oculto, que si lo habían ocultado todo mucho mejor para que la próxima vez no fuera tan fácil hallar no se sabía muy bien qué cosa...Y la mujer volvía a responder que allí abajo jamás había habido nunca ningún botón, ni altar, ni nada que se le pareciese, que siempre había estado todo tal y como lo veían. A lo que contestaban con alguna referencia al libro, en la página tal y en el renglón tal....Finalmente, antes de salir de la cripta muchos preferían seguir pensando que aquella mujer estaba allí para hacerles desistir ya no sólo de su propia búsqueda sino también para arrebatarles cualquier tipo de esperanza. Que estaba del lado de esa gente que pretende esconder al resto de la humanidad la auténtica revelación que hará que sus vidas vayan a mejor.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Google

Google lleva trabajando desde hace algún tiempo en una serie de proyectos innovadores. La noticia de alguno de ellos, como por ejemplo el coche inteligente sin conductor o las Google Glass nos ha llegado a través de publicaciones o informativos Pero también existen otro tipo de proyectos de mayor complejidad en lo tecnológico y de mayor envergadura, como por ejemplo la conexión a internet a través de globos o drones que pretende conectar a millones de personas en el continente africano, o la incursión en el campo de la biotecnología y que pretende crear nuevos anticuerpos en nuestro organismo para atacar enfermedades en una técnica que han denominado como "reprogramación celular". También la revista Time llegó a anunciar en 2011 que la compañía tiene entre sus proyectos la de un ascensor espacial. Y sería tal y como suena, un ascensor que nos llevará directamente al espacio.
Larry Page y Sergüei Brin fundaron Google el 4 de septiembre de 1998 y estrenaron su motor de búsqueda unos días después, el 27 del mismo mes. En poco tiempo superó al otro motor de búsqueda más popular de la época, el AltaVista, que fue creado en 1995 y que tenía su sede en California. Lo que comenzó como un proyecto universitario (parecido a Facebook) continúa a día de hoy con sus continuos proyectos y reinvenciones.
Pero qué sucede para que un pequeño proyecto universitario se convierta en una gran compañía puntera? Por qué son siempre los mismos países los que están al frente de las innovaciones y marcan el ritmo a los restantes? Para responder a esta pregunta tendríamos que hacer un poquito de historia general, y saber objetivamente que las cosas no suceden por mera casualidad o porque caigan del cielo o porque "esta gente sencillamente son así", sino saber que son el resultado del funcionamiento interno de las instituciones del país.    
Antes de montar una empresa, por ejemplo, tendremos que tener la certeza absoluta de que el estado en cuestión la respetará y no la "nacionalizará" o nos la expropiará. Que sea un país que respete ante todo nuestras propiedades. También depende de la facilidad que nos darán las instituciones y la burocracia para montarla. En España se tarda 28 días y se encuentra en la posición 44 entre los 185 países que forman el ranking mundial de los estados que ofrecen mayores facilidades para hacer negocio. Es importante también el acceso y las condiciones que harán posible la financiación inicial, y que estará estrechamente relacionado con el punto anterior. Y existe un punto importantísimo y opaco en toda empresa, que se trata de que a la hora de registrar una patente el estado nos deje libremente explotarla y que permita que exista lo que se llama como "destrucción creativa", es decir, que no nos pongan trabas o impedimentos de algún tipo a la hora de desbancar a lo hegemónico porque ésta tenga una mayor parcela de poder en un estado carente de equilibrio político. Dicho coloquialmente, que sea un país donde se permita sustituir lo viejo por lo nuevo. Esto que parece un proceso simple o de sentido común no lo es tanto, y más si lo nuevo amenaza con hundir grandes fortunas y parcelas de poder. Imaginemos por ejemplo que los dueños de Google hubieran adquirido la preparación y la perspicacia necesarias para realizar su proyecto en un país absolutista. Y que AltaVista hubiera sido propiedad del dictador de turno y de los jerarcas que lo sustentan en el poder y que se enriquecen con su explotación. O que los dueños de AltaVista hubieran alcanzado tanto poder dentro de un sistema parlamentario que hubieran provocado un desequilibrio de poder dentro de las instituciones. O que la mayoría de la población trabajase en AltaVista y al mandamás de turno no le interesara dejar a toda esa gente sin trabajo temiendo grandes disturbios que pudiera provocar su futuro derrocamiento del poder. Ni que decir tiene que el proyecto de Google no hubiera tenido futuro en ninguna de estas condiciones.
En Inglaterra los grandes terratenientes se opusieron a la revolución industrial porque vieron cómo los nuevos comerciantes perjudicaban sus privilegios comerciales, aparte de tener que subirles el sueldo a sus propios trabajadores y ver cómo se le reducían las rentas. Pero no solo la aristocracia se opuso; los artesanos, que veían cómo sus habilidades manuales estaban siendo sustituidas por las máquinas organizaron disturbios, destruyeron máquinas y quemaron fábricas. Eran los luditas. A John Kay, el inglés que mejoró la mecanización del tejido le quemaron la casa. Y lo mismo le pasó a James Hargreaves, que inventó una mejora revolucionaria en el hilado.
Existen a lo largo de la historia algunos ejemplos de innovaciones que no vieron la luz e inventores que se presentaron ante el emperador o rey de turno y que directamente terminaron muertos y sus inventos enterrados. Ejemplos curiosos hay muchos y variados ( los que están documentados). Por eso la capacidad de asimilar innovaciones y avances en todos los campos está directamente relacionada con las instituciones y el funcionamiento interno de los países.

martes, 2 de febrero de 2016

La niña con zapatitos nuevos

Entró en la zapatería acompañada por su madre y por su tío. Juntó los dos pies y de un salto enérgico sorteó el pequeño escalón que la separaba de la tienda. Continuó con una pequeña coreografía mientras canturreaba algún tipo de canción. Con sus ojos inquietos recorría todas las estanterías que allí había, se quedó sorprendida por la gran cantidad y variedad de zapatos y colores. Durante el desayuno su madre le había dado la buena noticia: "luego vamo a ir a comprarte lo sapatito, eh?!". Con la boca llena de comida abrió exageradamente los ojos y ahogó una enorme expresión de satisfacción. La madre sonrió al ver la reacción. Pero la niña jamás imaginó que en aquella tienda hubiera tanta cantidad de zapatos. Su coreografía fue disminuyendo en intensidad en cuanto fijó su atención en los primeros detallitos que la rodeaban.
- Che; no balla a toca, eh?! . - Le dijo la madre entrando en la tienda. La niña retiró inmediatamente la mano mientras la joven dependienta la observaba con una sonrisa.
- Y ba a bení er tito?. - Preguntó con una sonrisa en cuanto se tragó lo que tenía en la boca.
- Yo creo que sí pero no es seguro, eh?!
La madre tenía la certeza que su hermano iba a venir porque se lo había dicho por teléfono. Pero era mejor ocultárselo hasta el final para evitar que le diese la murguita durante todo el mediodía.
La niña sonrió ante la perspectiva de pasar una tarde acompañada por su tío y encima comprando zapatos. Desde siempre lo había visto como a un compañero más de juegos, siempre andaba gastando bromas, haciendo tonterías y haciéndola reír. A pesar de ser físicamente muy grande y de ser un adulto, la mayor parte del tiempo no se comportaba como ella veía que se comportaban los adultos, y eso la fascinaba. Siempre era el primero en hacer algún comentario jocoso sobre alguna mierda de perro, o sobre alguna señora gorda, o unas bragas tiradas en mitad de la calle. En muchas ocasiones era ella misma la que lo buscaba si veía u oía algo que presuponía podría inducir a un chiste de su tío. Otra cosa que le encantaba de su tío era su atracción por los animales: si veía por la calle algún perro o algún gato siempre tenía algún comentario simpático o cariñoso. Y si alguno se le acercaba no dudaba en acariciarlo. Debido a todo esto durante un tiempo la niña estuvo detrás de la madre para que le comprase un perro, pero la cosa no llegó a fructificar.
- Hola, benimo pa be si tenei algo pa la niña. - Se dirigió la madre a la dependienta.
- Sí, mira, en aquel rincón tiene las cosita pa niño. Bení por aquí... Aquí, en este lado, tenéis todo lo sapatito pa ella- La dependienta se echó a un lado y permaneció inmóvil y con las manos en la espalda.
La niña ya había comenzado de nuevo su coreografía en mitad de la tienda mientras su madre y su tío repasaban por encima las hileras de zapatitos perfectamente colocados en las estanterías.
- Quieres bení pa ca....
-Qué grasioso el botín, qué chiquitito, parese un llabero...
La niña rio la ocurrencia de su tío al llegar.
-....o un pendiente, mira, me lo pongo aquí en la oreja...y mira qué bien me queda....
La niña reía mientras agarraba sin titubeos el zapato que quería.
- Este es, no?!. - Le preguntó la madre fingiendo seriedad. - No quieres otro?!
La niña respondió con un sí y a la segunda con un no de cabeza enérgico y con una amplia sonrisa. Y es que ya lo había visto en un catálogo antes de ir a la tienda, lo que hizo que su tío le gastara alguna que otra broma más.
- Éste se lo están llebando mucho...Le dijo la dependiente cuando le trajo del almacén uno de su número.
-Sí, hija, una amiguita de su clase...tiene también uno paresido...
-Qué chula son esta bota....
-Pero tito, son de muje....
-Qué son de muje? Y dónde pone éso?
Su tío agarró la bota marrón con flecos, parecidas a las que se ponían los indios americanos en las películas, y fingió buscar alguna etiqueta. La niña reía la ocurrencia y la simpleza de su tío mientras terminaba de calzarse el zapato con ayuda de su madre.
- Yo no beo que ponga nada de muje...Entonse la muje de la tienda no me la puede vender....o....Pue a mí me gusta. Y a be quién se ríe de mí...que le doy un...
La niña no paraba de reír ni caminando con los zapatos puestos ante los ojos de la madre y la dependienta.
- Y quién va impedí que me la llebe, eh?!. Bas a ser tú, eh?! Y qué bas ase,eh?! Dime, dime... El tío comenzó a darle con el dedo en los costados a la niña mientras la madre llegaba de pagar los zapatos cargando con una bolsa blanca en la que se podía leer el nombre de la tienda.
- Tito, ar finá no te has comprao las bota...
-Es que no tengo dinerito...otro díita me aserco y ya berás tú lo guapo que voy a está...
Los tres se marchaban ya de la tienda. La niña detuvo sus pasos, colocó de nuevo los pies juntos y aprovechando que la agarraba su tío por una mano dio un salto más largo que cuando entró.