viernes, 19 de febrero de 2016

Tiempos de vaho

Lo bueno dura poco. Lo bello es efímero y delicado, al menos eso dicen y escriben algunos. No me gustan mucho las cursilerías. La verdad es que de repente ha llegado el frío, el invierno de verdad. Con ese aire gélido que hiela todo lo que toca y empaña los cristales sin preguntar. Ha llegado y ha arrasado todo lo que ha pillado de por medio. Y ya no digamos esa belleza delicada de la planta. Las cosas cambian, quizás no tanto como para alterar el verdadero orden natural de las cosas, de la naturaleza. Quizás no tanto como para alterar la verdad inamovible de que todo lo que nace tiene que morir. Que las estaciones se continuarán repitiendo cíclicamente y nos tendrá como protagonistas transitorios. Que llega el frío reposado, de restregones en las manos, mantas en la cama y vahos mañaneros. Y que llega con sus apetecibles calditos de puchero, verduras y frutas ricas en vitamina C. Empeñarse en vivir en otro tiempo es absurdo además de contranatural. Toca lo que toca porque todo tiene su tiempo y su derecho a vivir y a marchitarse. Y nosotros con ellos. Y si es con buena compañía y al calor de la estufita mucho mejor.

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