viernes, 18 de marzo de 2016

Un asuntillo sin importancia: el agua que consumimos todos

Creo, tengo la sensación, que en los próximos años se nos vendrá encima a todos los españoles un problema de tamaño colosal. Y que como siempre, nadie verá venir hasta que sea demasiado tarde y se proponga como solución alguna que otra manifestación y lecturas de manifiesto Por aquí todo se soluciona de la misma manera, saliendo a la calle a dar tres voces y siendo más original que ninguno en los lemas o en las cosas que se dice. Me refiero al asunto del agua. Durante todos estos años, durante todos estos inviernos, ha llovido y nevado hasta aburrir. Hemos enlazado de manera consecutiva un temporal tras otro que nos ha dejado inundaciones y embalses llenos.  Hemos tenido temporadas muy lluviosos que nos han durado hasta bien entrada la primavera y que han roto las estadísticas en cuanto a semana santa o ferias con más precipitaciones. Recuerdo que cuando iba al colegio nos enseñaban que, sobre todo en el sur, teníamos una climatología extrema, es decir, que lo mismo había largas temporadas de lluvias que lo mismo dejaba de llover para dar paso a largas temporadas en las que no caía ni una sola gota. Hace un poco más de veinte años tuvimos restricciones de agua. El agua se cortaba a las seis o a las siete de la tarde, no lo recuerdo bien, y se volvía a dar por la mañana.  Recuerdo que siendo yo un niño se repartían pegatinas por todos los establecimientos, recordándonos lo necesario que era mantener el grifo cerrado para no desperdiciar el agua que no íbamos a utilizar. El tema llegó a ser de gran preocupación. La vida que llevamos - ya sea buena, mala o regular- en nuestra ciudad, rodeado de amigos y conocidos, la llevamos porque tenemos la posibilidad de disfrutar y pagar el agua que sale por los grifos. Damos por supuesto algo que quizás no es tanto: que siempre va haber agua. Durante todos estos años de crecimiento de la población, de crisis política y económica, de trasvase de dinero público a bolsillos privados de manera ilícita y de una infinidad de preocupaciones ya fueran reales o inventadas, me da la sensación que muy poco tiempo y dinero se ha utilizado en adecuar la nueva situación hidrográfica a las nuevas exigencias de una población mucho mayor. Quiero pensar que se ha destinado esfuerzos en adecuar instalaciones y mejorar y superar la capacidad de embalse en nuestro país; sin embargo, en cuanto se lleva unos cuantos meses sin llover en cualquier región de nuestro país, los meteorólogos ya comienzan a rescatar el término de sequía y comienzan a hablar de embalses vacíos o semivacíos. Da la sensación que de nuevo estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, esta vez hidrográficas, y que la única voz de alarma proviene del meteorólogo que tiene que intentar esquematizar en pocos minutos todas las observaciones de su ciencia al final del telediario. Espero que sea una ilusión, que yo esté equivocado....y que no se tire sin llover más de lo necesario.

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