lunes, 21 de marzo de 2016

Los dos primeros dias

Ay, ay, ay. Ay, ay, ay...se ha cumplido finalmente hoy. Ayer, en un escorzo de los acontecimientos, en un giro de las previsiones y cuando se esperaba un día negro en muchos aspectos, se salvo e incluso se mejoró el Domingo de Ramos. Ayer, muchos se pusieron las túnicas con las emociones agarradas al pecho, hicieron el camino a la hermandad con la incertidumbre de un dia puñetero, gris, que de vez en cuando dejaba caer alguna gota que amenazaba arruinar el dia tan esperado, pero como iba diciendo, el día se salvo y hasta mejoró. Esos pequeños desajustes al inicio del día nos permitieron ver a la Borriquita y al Amor compartiendo estación de penitencia. Ha sucedido pocas veces, últimamente más, precisamente por cuestiones meteorológicas, pero ver todo el cortejo desde la intimidad y cercania de una calle estrecha es una de las estampas de nuestra eterna semana santa, siempre trufada de sensaciones y emociones. Desde el contraste de los pequeños nazarenos vestidos de blanco acompañados por sus madres y que risueños reparten caramelitos y estampitas a todo el mundo , hasta la sobriedad, el silencio y la seriedad de los adultos vestidos con antifaz negro y que acompañan al cristo del Amor tallado por Juan de Mesa en el siglo XVII. La espera merece la pena. Uno se siente un privilegiado por unos instantes cuando al mirar hacia arriba se encuentra con la expresión majestuosa, sobrecogedora que en su día realizara el genio imaginero, cuando al mirar hacia arriba ve la mismísima expresion caída de la muerte del hijo de Dios, de un profeta, de una persona, que se va a encontrar con lo inevitable. Hoy, el destino, el tiempo, ha querido que llueva y se han visto las primeras lagrimas de tristeza y frustración. Habrá que posponer la festividad y la salida para el año que viene si el tiempo acompaña. Esta vez toca recogimiento e intimidad. Muy especialistas en esto todas las hermandades y gente comprometida que durante el año recogen el pulso de los más necesitados, de todos aquellos que se acercan pidiendo ayuda y son aliviados de buena parte de esa carga tan pesada que es la necesidad.

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