Hoy por hoy, en pleno año 2016, en pleno siglo XXI, trescientos años después de que se iniciara la ilustración y cayera el absolutismo, existen una serie de personas que están literalmente por encima de la ley. Que están por encima de la ley en nuestro propio país, no me refiero al sistema judicial de ciertos países de otras latitudes. Personas que en su momento fueron acusadas formalmente de haber cometido un delito pero que ya están libres de polvo y paja, sin declarar, sin juicio, ni nada que se le parezca. Personas anónimas, es decir, no se las menciona en televisión ni aparecen en telediarios ni llenan portadas de periódicos. Personas que teóricamente no tienen ningún tipo de inmunidad jurídica, ni diplomática, pero que están asesorados y se conocen todos los entresijos legales para que la justicia ni si quiera se les acerque y estén tan blindados como cualquier mandamás de cualquier república bananera. Probablemente, usted mismo haya tenido - o incluso tenga - algún tipo de contacto con este tipo de personas sin saberlo. Quizás se los haya cruzado por la calle, o subido en el mismo autobús, o incluso sean vecinos o vayan al mismo bar de su barrio los Domingos, quién sabe.
Según parece, la macrocausa de los ERE en Andalucía -que es el mayor caso de corrupción política en España y Europa - , debido a su inmensidad, complejidad y al funcionamiento de la justicia en este país nuestro está dando como resultado que muchos de estos delitos comiencen a prescribir y que los acusados en esta trama comiencen a irse de rositas sin responder ante nadie, ante la justicia. Todo esto está sucediendo sin la luz ni el taquígrafo que correspondería a unos hechos tan graves. Abogados presentan recurso correspondiente, y punto. Su cliente queda a salvo de cualquier reclamación ante la justicia. Tales son los casos de dos ayudas concedidas en el 2002, 2003 y 2004 a dos empresarios vinculados al partido hegemónico andaluz y que sumando las dos cantidades ascienden a más de 340.000 euros de dinero público, recaudados a base de impuestos del esfuerzo de la gente en salir adelante, buscarse la vida e intentar mantener una vida medianamente digna. De nada sirvieron los avisos de la jueza Alaya sobre la dimensión y complejidad de lo que se traía entre manos, antes bien le pusieron innumerables trabas y tuvo que soportar presiones miserables por parte de esos círculos que arropan a todos estos delincuentes que le chupan -nos chupan- la sangre a todos de una manera u otra. Porque sólo con el hecho de apoderarse de un dinero público están privando a toda la sociedad de una serie de mejoras que se podrían acometer con ese dinero. Todo esto sucede sin ninguna concentración "espontánea", ni ninguna manifestación masiva a base de pegatinas en el pecho, caceroladas y megáfonos. El funcionamiento de la justicia, sus consecuencias y el entramado de los ERE no aparecen en ningún programa especial de televisión, ni equipos de investigación que valgan, todo se limita al espacio que ocupa la noticia en la página de los periódicos. Sobre el entramado que han ido urdiendo en el nombre de la democracia y del ser andaluz mejor ni mencionarlo. Es más conveniente ahorrar energías para asistir a esas concentraciones políticas, organizadas por el líder de turno al son de la campanita que toque.
Personas anónimas, sin rostro pero con un rostro más duro que el cemento, que probablemente hayan asistido a innumerables manifestaciones a favor y en contra de muchas cosas acompañando a sus compañeros de partido, que hayan celebrado a boca llena el día de Andalucía, el de España y todo lo que se tenga que celebrar, que asistirán dentro de poco y con total tranquilidad a las procesiones de Semana Santa y que no se perderán la feria o una eliminatorio de Champion, Europa League o lo que sea. Unas personas que sienten su tierra, sus tradiciones, sus equipos de fútbol; dando ejemplo de lo que es ser andaluz y español.
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