La información que llega a nuestras manos en forma de prensa escrita, es como una ventana abierta al mundo, como una ventana de papel, en la que es imprescindible asomarse de vez en cuando para calibrar aproximadamente el mundo que nos rodea. La democracia es un organismo vivo que necesita continuamente estar vigilado, y la minuciosidad en las noticias de carácter general así como el esfuerzo que tengamos que hacer a la hora de estar informados determinará la salud de la misma.
martes, 22 de marzo de 2016
El lunes Santo, el Museo y las carreritas
Y cayó la mundial. Nos cayó la mundial. Tras sortear como se ha podido durante estos días las inclemencias del tiempo, tras tanto ajuste y reajuste el cielo cayó el Martes sobre las cofradías y la gente que había a esa hora en la calle. Tardes de café, chocolate caliente y torrijas, a salvo también del frío que aparece en cuanto para de llover. Ayer se partió el día por la mitad. Nos dejó un placido atardecer para ver las cofradías. Cuando el cristo del Museo entraba en Campana se asento en la plaza del Duque una agradable sensación a humedad y quietud inmejorable para observar la majestuosa talla que Marcos Cabrera hizo en el siglo XVI. La anatomía de la talla, la expresión, la postura, entró en Campana y con ÉL el Lunes Santo, que medianamente consiguió salvarse en el descuento, como aquel que dice. Me disponía a marcharme, antes de la llegada del palio, cuando me sobresalto de repente un fuerte golpe a mi izquierda, al mirar me encontré con la avalancha de gente que corría despavorida no se sabe muy bien de qué. Desde siempre he visto en Semana Santa peleas, algún que otro borracho que deambulaba por mitad de la cofradía como el que va por su casa, alguno que otro que siempre la liaba, pero la gente JAMÁS salia corriendo llevados por la histeria, antes bien mandaban a callar, se echaban encima del que sea o llamaban a la policía. La Semana Samta la hacemos entre todos, todos somos responsables de alguna manera. A mí por poco me dejaron caer encima de un carrito de niño pequeño y en un arranque de indignación intente aplacar junto con otras personas a los que corrían despavoridos sin saber muy bien de qué. Resultado: niños pequeños llorando, nervios, chavalitas jóvenes que lloraban abrazadas...y todo por nada. Menos carreras y más arrojo hacia los que perturban el orden procesional, hacia los que perturban el saber estar de la inmensa mayoría.
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