Eso es lo que ha sido por enésimo año consecutivo el día de Andalucía, la pastelada padre. Un poco jarto , pero jarto de verdad, hasta el hartazgo, como diría aquél, de que todos los años utilicen la entrega de medallas de Andalucía en el Maestranza para recordarnos continuamente la suerte que tenemos de ser andaluces, de tener una democracia y de tener una autonomía. De oír frases y versos grandilocuentes sobre Andalucía y lo buenos, pluralistas y alegres que somos los andaluces. Por cierto, muy bonitos los versos de Sabina, la verdad. Oírlos con su característica voz rota hizo que resaltara más aún la intensidad del momento. Entre tanto, cada uno fue a lo suyo. Y me refiero a los políticos, que aprovechando el foco mediático del día no se cortaron a la hora de lanzar mensajes políticos. El líder de IU organizó una marcha en Córdoba que estaba más cerca de un acto promocional de su partido que del día de Andalucía. A la cabecera de la manifestación iba una pancarta con el lema: Andalucía en pie de igualdad. Y entre la concurrencia se veía claramente banderas comunistas, de IU y otras que sustituían la bandera andaluza por una con una estrella en la franja horizontal blanca. Supongo que también habría alguna bandera andaluza, pero yo no las vi. De paso, el líder de IU tuvo a bien modificar la letra del himno andaluz por uno más reivindicativo, por uno del cambio, quizás: "Andaluces, levantaos contra el capitalismo, contra las oligarquías y contra quienes nos saquean", mutilando también de paso la letra que escribió Blas Infante, que a todo esto es el padre de la patria andaluza, aunque en las escuela y en la mayoría de sitios sólo se le conozca de pasada y muy pocos conozcan su obra y su testimonio sobre los tiempos convulsos de la preguerra civil. En su obra el Ideal Andaluz aborrece a la clase política de la época a los que tilda de histriónicos, y cuenta de primerísima mano las penurias y las miserias en que vivían los jornaleros andaluces. Personas, hombres, tostados por el sol, famélicos, que por supuesto no entendían de horarios y que pasaban hambre de verdad, necesidad de verdad. Aporta su visión estremecedora de la vida de los jornaleros y la lucha que tuvo que entablar contra el caciquismo imperante. Todo esto, que debería ser lectura obligada en centros de enseñanza se sustituye en estos días por las mismas pasteladas y puestas en escena de siempre. La mínima referencia que se tiene sobre la patria andaluza y Blas Infante siempre viene, y muy ligeramente, en estos días. Y todo esto ha hecho con el paso del tiempo que la festividad se fuera diluyendo cada vez más hasta terminar en un día festivo como otro cualquiera.
Susana Díaz no dejó escapar la ocasión de clamar a favor de las diputaciones y de otras cosas más mientras entregaba en una ceremonia solemne las medallas de Andalucía. Todos los años se tienen que oír discursos que evocan tiempos pasados, episodios que nos llevaron hasta nuestros días a tener el sistema imperfecto que tenemos y que se debería estudiar en los colegios para que cada uno tuviera conocimiento y juicio propio sin que ningún político ni personalidad intentara encarnar el papel de abuelita entrañable y cándida contadora de historias inimaginables. Hace unos años, Antonio Banderas realizó un sentido discurso al ser nombrado hijo predilecto de Andalucía. Relató el asesinato del joven Caparrós en la manifestación multitudinario del 4D. Habló de unos episodios que según él mismo contó vivió en primera persona. Y en las palabras que dedicó a los oyentes y a los andaluces expresó la necesidad de recuperar el espíritu reivindicativo de aquellos días. Han pasado ya cuarenta años y no recuerdo ni un solo discurso directo a los que mandan en Andalucía y que son los únicos responsables de que esta comunidad autónoma lidere los niveles de desempleo y emigración ya no sólo a nivel nacional sino también a nivel europeo. Antes bien, se le da a los discursos amplias vueltas, tirabuzones y piruetas para, parece, evitar mencionar a los que mandan desde siempre en Andalucía y continuar rememorando tan rentablemente la época del blanco y negro. En su momento muchos vieron en la política la ocasión propicia para hacer negocio y en eso están todavía. Mientras algunos tienen que dejar a sus familias para ganarse la vida o partirse la espalda por unos euros, estos, los que mandan, los de siempre, los que ponen medallas y los que no las ponen, los de siempre, se permiten hasta el lujo de decirnos cómo debemos sentirnos y de cómo tenemos que vivir estos días tan felices para todos los andaluces y andaluzas - que aquí tampoco se discrimina ningún género, faltaría más- mientras montan puestas en escena parapetados en los sentimientos de todos los andaluces y nos recuerdan implícitamente que tenemos que estar agradecidos por lo que tenemos, y punto. No hay vuelta de hoja. Y el que no lo vea así es sencillamente un ingrato, un necio, un desagradecido o yo qué sé cuántas cosas más. Pronto vendrán todas las fiestas primaverales y tantos ellos como los de su entorno la vivirán al máximo como buenos andaluces que son. Y a ver quién es el ingrato que no brinda con ellos por su particular dolce vita.
La información que llega a nuestras manos en forma de prensa escrita, es como una ventana abierta al mundo, como una ventana de papel, en la que es imprescindible asomarse de vez en cuando para calibrar aproximadamente el mundo que nos rodea. La democracia es un organismo vivo que necesita continuamente estar vigilado, y la minuciosidad en las noticias de carácter general así como el esfuerzo que tengamos que hacer a la hora de estar informados determinará la salud de la misma.
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